Con el crecimiento de personas que realizan funciones independientes, trabajan por cuenta propia o en empresas emergentes, cada vez más individuos optan por no tener una oficina en el sentido tradicional. Sin embargo, ¿qué sucede si eres alguien que encuentra que un entorno más colaborativo es probablemente el más propicio para el éxito? Muchas personas descubren que un espacio de coworking ofrece justo eso: un ambiente empresarial tradicional con un enfoque colaborativo. Esto resulta beneficioso para trabajar de manera productiva, sin las distracciones del hogar o de un lugar público.

El término «coworking» fue acuñado por primera vez en 1999 por Brian DeKoven, coincidiendo con la apertura de una de las primeras empresas en la ciudad de Nueva York, llamada 42 West 24. Sin embargo, la popularización del concepto no llegó hasta marzo de 2007, cuando comenzó a ser una tendencia en las búsquedas de Google, y posteriormente se consolidó como una expresión en Wikipedia en julio de 2007.

Desde entonces, la popularidad del coworking ha ido en aumento y han surgido numerosos espacios de trabajo compartido. Es comprensible por qué la demanda de estos lugares ha crecido tan rápidamente, ya que ofrecen numerosos beneficios. Las ventajas superan con creces cualquier posible inconveniente.

Al establecer tu propia organización, es fundamental establecer contactos y utilizar la red para tener éxito. Este es uno de los principales beneficios de un ambiente de coworking: las personas con las que te cruzas y colaboras pueden convertirse en valiosas conexiones o incluso en clientes potenciales. Simplemente al trabajar junto a ellos durante tu día a día, conoces a una variedad de personas.

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Además de la red de contactos, las personas con las que compartes el espacio de coworking pueden beneficiarte y a tu organización de diversas maneras. Estar rodeado de personas con diferentes perspectivas puede estimular la creatividad y fomentar la colaboración. Además, es común que las personas y las empresas estén dispuestas a ayudarse mutuamente, ofreciendo soluciones y oportunidades de colaboración.

En un espacio de coworking, se forma una comunidad preexistente que genera un sentido de pertenencia, algo que a menudo falta cuando se trabaja solo o desde casa. Tus compañeros no solo serán colegas, sino también amigos, lo que añade un elemento humano al trabajo. Además, estos espacios ofrecen la oportunidad de participar en eventos y actividades que enriquecen la experiencia laboral.

Como ocurre con cualquier otra cosa, existen algunas desventajas, aunque suelen ser mínimas. El principal inconveniente suele ser el nivel de ruido, especialmente si algunas personas son consistentemente ruidosas. Sin embargo, si todos en el espacio entienden la importancia de mantener un ambiente de trabajo tranquilo, este problema puede mitigarse fácilmente.

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